Por Constanza Saavedra

Nunca falta el característico perro chileno que está donde debe puede estar: en la parada militar, en la alfombra roja del Presidente, en la cancha de fútbol y en la totalidad de actos, por más cívicos que éstos sean. Pero ¿hasta dónde la gracia de estos cuadrúpedos es aceptable por la sociedad? Algunos dirán que son parte de nuestra idiosincrasia, sin embargo lo cierto es que la mayoría de estos canes no tiene dueño o alguien que se haga responsable de ellos.
Algunas municipalidades del país han tomado conciencia de este asunto, estableciendo, por ejemplo, sólo se puede tener un máximo de dos perros por hogar, lo que ha llevado a realizar modificaciones en la ley, con el fin de lograr la tenencia responsable de animales. Sin embargo, esto no es suficiente, porque en la mayoría de las comunas de la Región del Bío Bío sigue habiendo una población canina, muchas veces hambrienta y agresiva, potencialmente peligrosa para las personas, además de ser un problema sanitario y ambiental. ¿Cómo controlar entonces esta situación? A pesar de sus detractores, la eutanasia parece ser el mejor método, por su eficacia, rapidez y bajo costo.
(Continúa en una próxima entrada)
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